domingo, 6 de junio de 2010

LA FANTASÍA HISTÓRICA EN UNA HISTORIETA FANTÁSTICA.




PROLEGÓMENOS.
El propósito tan recurrente en las obras de ficción dirigidas a la cultura de masas de incluir en su desarrollo a personajes históricos que se relacionan con los protagonistas, no es otro que el de imbuir de verismo a lo que es sólo una ficción. Los cómics, como una manifestación más de los medios de expresión, no podían quedar al margen de esta práctica, ya que tal recurso es un subterfugio que utiliza el autor para hacerles “entrar” en la Historia.
Repasar cuántas de estas personalidades han vuelto a vivir en las viñetas sería un trabajo prolijo que se saldría obviamente de nuestra intención, aunque baste decir que hemos visto viejos conocidos en Prince Valiant, El Cosaco Verde, Astérix, El Jabato, Corto Maltés, El Cachorro, Cassey Ruggles, Blueberry, etc., etc., aunque muchos de ellos han sido, incluso, protagonistas indiscutibles de sus propias series como El Cid, Buffalo Bill, Yugurta, Jerónimo, Lawrence de Arabia, Churchill y hasta el Papa, concretamente Juan Pablo II, que aunque aún no es un personaje histórico, el día menos pensado, por las cosas que tiene el tiempo, pasará a serlo.
Pero, si nos ceñimos a lo mostrado en las aventuras de El Capitán Trueno publicadas en los distintos formatos originales y los esporádicos resurgimientos que ha tenido a partir de la década pasada del siglo precedente, la nómina de personajes históricos no es muy elevada, pero, tampoco es exigua comparada con otras series de cómics. Hagamos entonces un repaso a todos ellos valorando algunos aspectos generales y muy someros de su vida real y su rol en la serie, contemplándolos desde un hito histórico preeminente como fue una fecha tan emblemática como el año 1191, momento en que El Capitán Trueno está “frente al último bastión árabe en Palestina”, durante la Tercera Cruzada en la que participa Felipe II de Francia y Ricardo I de Inglaterra.
REFLEJOS DE LA HISTORIA.
Tal vez fuera necesario comenzar por éste, ya que es el primero en aparecer en los números iniciales de la colección de cuadernos donde se hace una apología de los valores que se le suponen a todo caballero: valentía, honor, lealtad, etc. Luego, volvemos a saber de él en la aventura en que un complot organizado pretende asesinarle en su Inglaterra natal. Sin embargo, esta visión idealizada dista mucho de lo que fue en la realidad.
Ricardo I (1157-1199), apodado “Corazón de León”, gobernó los destinos de su país desde 1189 hasta su muerte. Tercer hijo de Enrique II, de la Casa de Plantagenet, y de Leonor de Aquitania, llegó a coronarse rey en 1188 tras sublevarse contra su padre en varias ocasiones, a quien venció esta vez al aliarse con su madre, sus hermanos y Felipe II de Francia, con quien tuvo desde su juventud una oscura relación. Afianzado en el trono, luchó con él, codo con codo, por la posesión de Jerusalén, una meta que nunca alcanzaría y cuya fallida empresa le enemistaría para siempre con su amigo. Tenía treinta y cuatro años cuando se encuentra con el Capitán Trueno, posiblemente, un poco antes del altercado provocado con su aliado.
Tras abandonar la empresa, y cuando volvía a su tierra, fue apresado por el emperador Enrique VI de Alemania y obligado a pagar un altísimo rescate para su liberación, proceso que se dilató debido al intento de usurpación de la monarquía de su hermano Juan. Entronizado de nuevo, se volvió contra su antiguo aliado y murió en el sitio del castillo de Châlus, en la Limousin.
El intento de capitulación de la Ciudad Santa por parte de Ricardo, hace aparecer en escena a Saladino cuya actitud de concordia termina con la contienda intercultural, aunque luego, le volveríamos a ver cuando acaba con el poder arbitrario del general “Cimitarra”, e incluso, volveríamos a saber de él en la aventura citada dibujada por Tomás Marco. Salah al-Din (1138-1193) fue el fundador de la dinastía ayyubí tras ser elegido sultán de siria en 1171 al morir el soberano fatimí. Su política se dirigió entonces hacia la consecución de un estado musulmán unido, cuyo objetivo llegó a ver cumplido en parte ya que se apropió de muchos territorios del Norte de África, Arabia y Oriente Medio.
Su conquista de Jerusalén fue lo que provocó la Tercera Cruzada y su enfrentamiento con el rey inglés. Cuando se encuentra con nuestro héroe, tenía cincuenta y tres años. Moriría dos después.
Gengis Khan (1167-1127) aparece en los primeros ejemplares de la edición de cuadernos con el estereotipo que se le supone: cruel, despiadado y con la furia que le llevó a ser el gran conquistador de toda Asia. Cuando tiene su contacto con el Capitán Trueno cuenta con veinticuatro años, una edad muy temprana para el maduro aspecto físico con el que, magistralmente, lo retrata Ambrós, sin embargo, para la fecha que nos sirve de referente, el gran Khan de los mongoles había recorrido un largo camino de triunfos desde que su padre le legase el gobierno de su pequeña tribu cuando era tan sólo un impúber salido apenas de la niñez. Cuando se inicia el siglo XII era ya el señor de toda la Mongolia Oriental y un poco después, tras cruzar la Gran Muralla China, llega hasta las puertas de Beijing y la toma, desviándose hacia Occidente donde arrasa todo a su paso con inusitada crueldad. Mientras su primogénito se aproxima a Europa, él vuelve sobre sus pasos para terminar de someter al imperio chino., una acción que no vería completada ya que le sorprendió la muerte en la provincia de Gansú.
Godofredo de Bouillón (1061-1100) aparece en la aventura de la Santa Lanza publicada en Pulgarcito . Era éste un personaje sin escrúpulos que, dadas sus escasas dotes de gobierno en su ducado de la Lorena Baja, lo dejó todo, levantó un ejército y marchó contra la cristiana Constantinopla para saquearla y obtener un cuantioso botín, sin embargo, el emperador alemán Alejo I, aliado del Sacro Imperio Romano de Oriente, envió una cuantiosa tropa para disuadir a sus indisciplinadas hordas que fueron encauzadas hacia Jerusalén, cuya conquista se produjo en 1099 durante el transcurso de la I Cruzada. Organizó el reino y en premio, se le otorgó el título de Defensor del Santo Sepulcro. Por el espacio temporal que ocupa, difícilmente pudo encontrarse con El Capitán Trueno.
El verdadero Ragnar Lodbrog no fue ningún pirata. El personaje histórico es un rey de Scandia que gobernó entre el 814 y el 850 con algunos intervalos temporales en los que ocupó el trono Harald Klakk y en los que se turnó con éste, por tanto, jamás pudo encontrarse con el héroe del tebeo. Se sabe muy poco de su vida y casi todo lo que se conoce pertenece a una desvirtuadora saga que se compuso sobre sus hazañas en la que se cuenta que murió en Inglaterra en un pozo lleno de serpientes.
En la colección de revistas aparece otro personaje histórico llamado Bertrán Du Guesclin (1320-1380), un guerrero francés que mandó las Compañías Blancas en la guerra civil que enfrentó a Pedro I de Castilla, apodado “El Cruel” y a su hermanastro Enrique de Trastámara, por lo que su apoyo a éste fue decisivo para destronarlo. Como es natural, el mercenario a las órdenes del iniciador de la dinastía que culminó con Isabel “La Católica”, no pudo encontrarse jamás con El Capitán Trueno, ya que “vivió” dos siglos antes.
La misma situación de anacronía se produce cuando se incluye en sus aventuras al Dalai y al Panchem Lama, a pesar de que el lamaísmo es una corriente religiosa originada en el siglo VII.
José Antonio Ortega Anguiano.

[1] AMBRÓS, M. y MORA, V.: El Capitán Trueno, núms. 1-2 y 41-43; Ed. Bruguera; Barcelona, 1956.

[2] Op. Cit., núms. 235-241.

[3] Para conocer algo más sobre sus deficientes relaciones familiares ver el film El león en invierno, protagonizado por Peter O´Toole, Katharine Herpburn, Thimoty Dalton y Anthony Hopskins, en el papel de Richard.

[4] Op. Cit., núms. 41 y 42.

[5] Op. Cit., núms. 121, 123 y 127.

[6] Ver nota núm. 2.

[7] Op. Cit., núms. 19-23.

[8] VV. AA: Pulgarcito núms. ; Ed. Bruguera; Barcelona, 1959.



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