AMBRÓS ya había soltado lastre. El pincel se tornó ágil en su mano y la vida ya nacía en sus dibujos. Su dinamismo era ya entendido por el más obtuso y admirado por el más listo. Cada viñeta era un argumento en si mismo. Observadla bien y podréis leer la historia que quiso contar. Es AMBRÓS. Y siempre será AMBRÓS.
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AMBRÓS ya había soltado lastre. El pincel se tornó ágil en su mano y la vida ya nacía en sus dibujos. Su dinamismo era ya entendido por el más obtuso y admirado por el más listo. Cada viñeta era un argumento en si mismo. Observadla bien y podréis leer la historia que quiso contar. Es AMBRÓS. Y siempre será AMBRÓS.
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