jueves, 3 de junio de 2010

Dibujantes de Trueno: Ambros


Ambros. Apuntes sobre un estilo.

Miguel Ambrosio, AMBROS, aquel maestro de escuela que un día de posguerra optó por dibujar tebeos, es, sin duda, uno de esos dibujantes que marcó una época, dio muestras de tener un estilo ciertamente original, con escasas influencias, y plásticamente muy atractivo. En lo personal fue, a decir de los que le conocieron, un hombre modesto, educado, austero... sencillo. Creo que en su trabajo había mucho de esto.

Desde la perspectiva de otro dibujante, este que les habla, bucear y mostrar algunos rasgos distintivos del grafismo de Ambros no debería ser muy difícil, una vez vencida, o al menos aparcada, la alergia que me produce eso de analizar y diseccionar cualquier obra. No digamos si se trata de un colega, y un maestro.

Es curioso, pero en la historia del tebeo hubo, hay, y probablemente habrá, si este medio sobrevive, dibujantes que, académicamente hablando, no son nada destacables y sin embargo están tocados por la genialidad. Ese algo difuso, difícil, sino imposible de acotar, cuantificar e incluso definir. Es mas que probable que esto mismo suceda en cualquier otro campo creativo, pero hoy hablamos de tebeos.

Ambros, dibujaba a pincel casi en su totalidad, recurriendo a la plumilla en muy contadas ocasiones. El resolver los detalles mas pequeños a pincel, para quien no este familiarizado con esta herramienta, exige un pulso de cirujano. Contrasta ese esmero en el detalle a punta de pincel con lo tosco del manchado de fondos o zonas grandes. Esto, creo, denotaba en gran parte, las prioridades de su puesta en escena, como veremos.

Aun a riesgo de exponerme a lapidación, dado el cariño que Ambros sembró en una parte de los aficionados al tebeo en general y al Capitán Trueno en particular, me atreveria a decir que, ateniéndonos a los cánones al uso, no era un dibujante extraordinario. Los personajes eran claramente arquetipos. El repertorio de rostros muy limitado ( la cara del capi, por ejemplo, la vemos innumerables veces en otras historias e incluso con pequeños retoques en el Corsario de Hierro), los fondos se limitaban a aportar una mínima información para situar la trama en un contexto determinado. La profundidad de campo, lejos de estudiadas perspectivas, era resuelta con inusitada sencillez en base a escalar y superponer a los personajes. La movilidad y elasticidad era fruto de torsos que se giran, movimientos sin anclaje o cabellos y ropajes que se ondulan oportunamente.. El uso reiterado de una angulación frontal se maquillaba, en muchas ocasiones, con quiebros en el eje de los hombros que conferían suaves picados y contrapicados a las escenas sin variar el punto de vista.

Y así podría seguir enumerando aspectos técnicos que ahondarían en la idea de que nos encontramos ante un dibujante ciertamente limitado o al menos no sobresaliente.
Resulta por tanto, tan chocante como enigmático, que Ambros con tan escaso bagaje técnico, consiga unos resultados tan atractivos.

Por tanto, a mi modo de ver, si algo caracteriza su estilo, es la humanidad que rezumaban sus rostros, resueltos de un modo sencillo pero efectivo, junto con el dinamismo y naturalidad de los personajes. Esto junto con un encadenado muy cuidado de las viñetas -quizás su valor mas sobresaliente- confiere a su grafismo una calidad y calidez muy especial y a su narrativa el ritmo preciso. Esta resulta fluida a pesar de que, en no pocas ocasiones, Víctor Mora se lo ponía francamente difícil con unos textos quizá excesivos que asfixiaban las viñetas y amenazabas con lastrar ese ritmo.
Y termino. Intuyo, por lo someramente expuesto que por ahí van los tiros. Porque a la postre no todo consiste en poseer muchos recursos sino en optimizar los que se tienen. Permitaseme el símil economicista. Como tampoco todo es catalogable en cualquier análisis. Hay una parte que se nos escapa, una esencia que nos embriaga y enamora y nos lleva a dejar el raciocinio a un lado para dejarnos llevar.
El trabajo de Ambros, tiene ese halo que trasciende lo inmediato y deja un reguero de sentimiento en la retina, en el corazón, o a saber en que vísceras. No importa. Lo verdaderamente importante es que ese algo inaprensible pero reconocible es, creo, lo que llamamos arte. Y ante el arte solo queda el impregnarse de el y gozarlo. El tratar de explicarlo, amen de un empeño baldío se me antoja casi una obscenidad.
Paco Nájera
(Articulo parecido en el nº 1 de la revista Trueno)



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo con prácticamente todo, amigo Nájera. De hecho, en un maravilloso libro que he leido recientemente (creo que es del 2007) titulado "Eisner/ Miller" (ahí es nada) este último recalca la importancia para el autor de cómics de optimizar la narrativa y el ritmo aun mermando el academicismo. El dibujante de cómics no es un ilustrador. Así que nuestro querido Ambrós, que ya queda escrito en letras de oro en nuestra olvidada historia de los cómics, era un MAESTRO por eso, por saber hacer como nadie la magia del cómic.
Abrazos y mi enhorabuena más entusiasta por el blog!

Oscar J.